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Haití, 7 meses después el sismo

Por Ana Belío Chesa

Sometido a AlterPresse el 12 de agosto de 2010

El 12 de enero del 2010, estuve en Haití y sobreviví a una de las mayores tragedias que ha habido en este año. No sería excesivo decir, a una de las más trágicas en cuanto a muertes se refiere.

A finales de febrero, estuve en Haití nuevamente. Pasé por Puerto Príncipe, pues era una parada obligada y después nos trasladamos hacia el Sur. Concretamente al departamento de Nippes [Sur Oeste].

El objetivo era llevar a cabo una campaña de ayuda humanitaria; tiendas de campaña, sacos de dormir, esterillas, toallas, medicamentos…. Todo aquello que nos habían pedido (protección civil, delegación departamental, ayuntamientos,…) y que después de un mes y medio, las grandes Ongs no habían conseguido llevar hasta allí. Lejos de las cámaras.

La situación era desoladora. Pero bueno, la explicación era clara. Sólo hacia un mes, un mes y medio que había sucedido el desastre y, por lo tanto, no daba tiempo a nada. Faltaba organización, había caos, muchos muertos todavía por encontrar. Muchas reuniones todavía por tener: qué tipo de ayuda se necesita, cómo se repartiría esta ayuda, cuándo se tiene que dar, qué comisiones se cobran por gestionar o por fiscalizar estas ayudas…?

Ahora, seis meses después de la tragedia, es decir, tres meses después de mi viaje, vuelvo a estar aquí. Y la imagen es más desoladora todavía que cuando estuve en febrero. Los escombros siguen estando donde estaban, no hay maquinaria pesada, la gente sigue viviendo en las tiendas -que teóricamente eran asentamientos temporales- o en sucedáneos de tiendas ya que el viento, las lluvias y el sol las ha desmenuzado.

La basura inunda la ciudad, a pesar del supuesto esfuerzo por quitarla (¿a dónde la estarán llevando? ¿Dónde están los vertederos controlados? Quién controla la toxicidad o la peligrosidad de estos residuos que se tiran? demasiadas preguntas) , los niños pululan por la calle, los hombres buscan una ocupación y las mujeres intentan vender en sus pequeños comercios ambulantes alguna cosa, para dar de comer a sus hijos. Todas venden lo mismo a los mismos clientes, en los mismos lugares. Casi.

Yo, sólo puedo formular preguntas.

¿Cuánto tiempo se ha de esperar para que lleguen esos “donativos” de todas esas personas del mundo a Haití ?

¿Dónde está toda esa ayuda internacional que estaba volcada en Haití para ayudarle a llevar a cabo su reconstrucción?

¿Era simplemente una imagen mediática…. O verdaderamente había una implicación ética de compromiso?

Creo que ha de empezar a llegar el momento de las respuestas para Haití. Lo cierto es que la población haitiana lo necesita, pero lo necesita ya.

Es necesario empezar a ejecutar acciones. Llevar a cabo planes de organización, control, gestión. Es necesario empezar con una iniciativa agresiva, para que las ciudadanas y los ciudadanos puedan “vislumbrar” una esperanza, un cambio en sus vidas.

Haití tiene muchas posibilidades.

No quiero que ustedes piensen que estoy haciendo una lectura negativa. Este viaje, por el contrario, me ha permitido conocer una parte del país que no conocía: todo el departamento de Nippes y parte del departamento del Sur. Me he dado cuenta que las cosas pueden cambiar, que el país en esta zona no está tan mal como en la capital. Hay hoteles de ensueño, las calles están limpias, se puede caminar por las aceras y respiras tranquilidad y … ausencia de caos.

Esto significa que Haití, los haitianos sólo han de saber vender, gestionar, marketinizar otras partes del país para tener ingresos, para que las empresas vean a Haití como una fuente de inversión y vengan aquí a invertir y a generar riquezas en el país.

Por eso, creemos, que ahora convergen las estructuras adecuadas para que sea posible viajar a Haití, desde un marco de estabilidad, seguridad, eficacia y oportunidades empresariales.

Creemos que Haití, con la simple ayuda al desarrollo en forma de pequeños proyectos con débil impacto económico, no logrará transformarse.

Ha de haber más.

Ha de existir un “interés genuino” en la transformación del país. Una cooperación económica y financiera que beneficie a todos los actores implicados es la mejor opción.

Queremos establecer un marco, donde tanto “donante-inversor” como “receptor-inversor” están al mismo nivel.

Hablamos de cooperación económica, no de asistencia.

Hablamos de generar empleo, riqueza, estructuras sociales, económicas y de grandes beneficios para los empresarios que van a invertir al país.

Hablamos de posibilidad de sanear las cuentas y de abrir nuevos mercados de sus productos, ya que, en Cataluña, como en el resto de España, se padece una crisis importante desde hace dos años.

Les invito a que reflexionen sobre ello y todos aquellos que han donado dinero pregunten a los respectivos responsables qué han hecho, dónde está su dinero, en qué lo han empleado…

Y a las empresas despertarles el interés por viajar a Haití.

Ana Belío Chesa

anabeliochesa@gmail.com