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Mentiras y consumo energético

Mis verdades sobre la mentira

Por Ana Belío Chesa

Transmitido a AlterPresse el 16 de mayo de 2011

La gente miente como habla, suele oírse a menudo. “Bonjou l pa la verité” he oído decirse a veces en Haití. Da la sensación que la gente sólo miente. Me ha parecido interesante, para relajar un poco el ambiente, preparar unos cuantos artículos sobre la mentira en algunos de sus múltiples aspectos. Por eso, el tema del artículo sobre el que voy a escribir versa sobre la energía que gastamos en ocultar o en no decir las cosas de una manera certera. ¿Qué consecuencias nos depara vivir siempre entre dos aguas? ¿Qué tipo de personalidad y en consecuencia, de conducta comporta moverse siempre en un clima de ambigüedad?

Hagamos juntos, pues, el recorrido. Yo empezaría definiendo los tipos de justificaciones que podemos dar ante un hecho, una situación, es decir, cuántas clases de verdad hay? O mejor dicho, qué tipo de mentiras hay?

Partamos pues de las definiciones ortodoxas:

-  “mentira”: decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa.

-  “verdad”: conformidad existente entre lo que se expresa y la situación real de algo o el concepto real que se tiene acerca de un tema.

Voy a intentar centrarme y establecer una clasificación de las más cercanas, de las más mundanas:

a) Mentira absoluta: argumentos dados a una persona o personas de nuestro entorno sobre un hecho que no tiene ninguna base de verdad, pero que queremos que tenga envergadura de verdadero.

b) Mentira parcial: uso que se hace de la información y que se utiliza al antojo del interesado para satisfacer unos intereses, los propios.

c) Mentira piadosa: argumento verbal adaptado o modificado que damos a una persona o personas de nuestro entorno y cuya justificación la basamos en: “es para que no sufra”, “no podrá soportar la verdad”, “es mejor no decírselo”, “es para no hacerle daño”, “a mi me gustaría de ese modo”… Y tantas justificaciones más que podríamos encontrar. Aquí que bien podríamos aplicar el refrán de “ojos que no ven, corazón que no siente”

Veamos pues, en profundidad cada uno de estos apartados:

c) La base de toda relación que busca establecer algo más profundo, bien sea amistad, amor, compañerismo...se basa en la confianza, en el respeto, entendido éste en el sentido más amplio de la palabra. Es decir, podemos hablar de valores como sinceridad, fidelidad, comunicación. Si estos parámetros los damos como buenos, quién es la otra persona para establecer qué decir o cómo decirlo. No es algo que tiene que decidir la parte interesada? Por lo tanto, si en esta relación una de las partes decide omitir o adaptar una parte de la historia, lo hace atendiendo única y exclusivamente a sus intereses pero no pensando en la otra persona ya que esta otra no ha tenido la oportunidad de decidir por sí misma.

Y, ¡OH! Amigos, esto genera un gasto de energía considerable. A partir de este momento, todo aquello que hemos dicho o que hemos dejado de decir habrá que mantenerlo en todo momento como cierto. Por lo tanto, esto generará historias, situaciones colaterales nacidas de la situación madre que nosotros mismos habremos generado por voluntad propia.

b) Esta no atiende a ningún pensamiento altruista de lo hago por él o por ella. Estas mentiras responden a una satisfacción personal, laboral, familiar, social… Disfrutamos de una serie de privilegios, de satisfacciones añadidas que no queremos perder y si para ello hemos de faltar a la verdad y justificarlo ante los demás pero, sobretodo a nosotros mismos, así lo haremos.

El problema de este comportamiento es que genera una conducta sistemática a la larga. Mantener esta situación es un gasto energético físico y mental. Pero el romper este hábito aun supone un esfuerzo mayor, por lo tanto, un gasto mayor de energía. Me pregunto habrá remordimiento y, por lo tanto, sufrimiento?

Además hemos de pensar que el ser humano es un animal de costumbres y, en la mayoría de los casos, tiende al egoísmo, o dicho de otra manera a la satisfacción personal. Por lo tanto, el abandonar esta situación le ha de conllevar algún tipo de gratificación mayor a la que tiene moviéndose en esta ambigüedad de la verdad. Porque el desvelar la verdad en su totalidad le provocará sufrimiento. Esto ocurre en las relaciones interpersonales, no todos tenemos los mismos valores pero hay en uno en el que sí coincidimos y exigimos a los demás que lo cumplan aunque nosotros seamos los primeros en incumplirlo: La sinceridad. Esta virtud nos gusta y enarbolamos la bandera de injusticia, falta de valor, falta de responsabilidad, falta de madurez…cuando no la cumplen con nosotros. ¡Qué hipocresía! ¿Somos sinceros nosotros siempre? ¿Podemos ser tan intransigentes con los demás?

Bueno, el tercer aspecto sería el rey, es decir, aquella persona que miente por todo: en cualquier situación, a cualquier persona, en todo momento, incluso a si mismo La mentira responde a una forma de vida. Estamos ante un caso de embustero patológico. Aquí las psicólogas tenemos trabajo.

¿Qué hacer pues? Vivimos en un mundo mercantilista, una sociedad que nos tiene inmersos en un consumismo, en una ausencia de virtudes tales como: el esfuerzo, la voluntad, la paciencia… Los jóvenes buscan la satisfacción inmediata a sus esfuerzos, a su trabajo.

El formar hombres y mujeres de provecho supone un trabajo arduo pero gratificante. Es por eso, que hemos de educar, de formar en la verdad. Enseñarles que han de ser críticos consigo mismos, exigentes, voluntariosos, trabajadores y sólo de esta manera pueden exigirlo a los demás.

Todo esto implica energía: energía mental y física y en ella no tiene cabida la mentira. Ya que esta, como he comentado anteriormente es un desgaste no provechoso que contamina al resto.

No podemos además caminar hacia delante si hay engaño total, parcial o piadoso en nuestras vidas. Por eso hemos de ser honestos con nosotros mismos y con los demás. Yo os invito a que hagáis este ejercicio de reflexión: ¿Dónde estáis y hacia dónde queréis ir?

Es una forma de ahorrar energía. ¡Ahorremos energía!

Contacto : ana.belio@yahoo.es