Por Ericq Pierre
Transmitido a AlterPresse el 19 de octubre de 2007
Vale la pena recordar lo. Ha existido y sigue existiendo una cuestión haitiana del otro lado de la frontera. Hace setenta años, varios millares de compatriotas fueron asesinados; porque eran haitianos; porque eran negros, como todos los haitianos. Ese dato crucial de la matanza no debe ser escamoteado. La matanza fue dirigida exclusivamente contra los haitianos y no “contra haitianos y dominicanos que parecían haitianos”. No cabe duda que varios dominicanos murieron durante la matanza. Daños colaterales, como dicen. Pero, la matanza no fue dirigida contra ellos. Nos fueron perseguidos. Ellos tenían la facultad de bien pronunciar la palabra perejil. No eran haitianos.
Debemos tratar de no contribuir a matar por una segunda vez nuestros compatriotas, obligándolos a compartir su asesinato con otros. No nos hagamos tampoco cómplices del neo revisionismo dominicano. Y si los dominicanos desean pedir perdón por este crimen, dejémoslos la libertad de hacerlo. Pero, no resentiremos a los que no lo ven necesario. No nos incumbe aceptar o rechazar. Solo los asesinatos podrían hacerlo pero ya murieron. No nos queda más que tomar acta de la intención. Sin calificarla. Y no culpabilizaremos el pueblo dominicano.
Reflexionaremos sin embargo sobre la tesis de los neo-revisionistas dominicanos que hablan de quinientos dominicanos ejecutados por Dessalines en 1805. Me pregunto porqué fingen olvidar que en 1805 no existían todavía dominicanos y que entonces no existía la posibilidad de matar quinientos o veinte o aún uno. Sin embargo, no cabe duda que Dessalines mandó a matar Franceses y Españoles que seguían practicando esclavitud en la parte Este de Haití aun después de 1804.
Viéndolo bien, no podemos ni borrar ni olvidar la matanza de 1937. Pero, el deber de memoria no puede fijarse solo sobre el pasado. Hay que cultivar también la memoria de los tiempos presentes. . Y recordar que actualmente cientos de millares de nuestros compatriotas se encuentran de nuevo del otro lado de la frontera. Hijos y nietos de ejecutados. Tratando de ganar la vida donde sus ancestros murieron. Otros se encuentran para negocios. Para necesidades de comercio. Para invertir. O estudiar. Para relajarse y divertirse también. Hay montón de compatriotas del otro lado de la frontera. A pesar del recuerdo de la matanza. Conviene tomar nota de esto también.
Por otro lado, las autoridades dominicanas nos recuerdan casi a diario que sus infraestructuras económicas y sociales padecen mucho de esta numerosa presencia haitiana. Lo hacen de vez en cuando con arrogancia. Como a la Conferencia sobre Haití en Madrid el año pasado cuando el Canciller dominicano sostuvo un discurso bastante chovinista, extremo y desviado. A veces de manera condescendiente también. Como en los múltiples foros internacionales donde los delegados dominicanos quieren siempre mostrar de manera ostensible que son los primeros a apoyar a Haití. Pero, es una manera de llamar la atención sobre el impacto negativo que tiene el flujo constante de inmigrantes haitianos. Legales o ilegales. Desfavorecidos o no.
La posición haitiana hacia la Republica dominicana no se puede descifrar con facilidad. Se adivina que hay inquietudes. Se nota iniciativas de apaciguamiento y de amistad. El presidente Préval reservó su primer viaje fuera del país para el presidente Fernández y la Republica dominicana. En un año viajó tres veces a la Republica dominicana para diversos motivos. Recientemente en su discurso a Naciones Unidas, puso una nota positiva para el país vecino.
La corriente parece pasar muy bien entre los dos Jefes de estado. Yo sé también que el presidente Fernández (Leonel, como lo llaman sus amigos haitianos) mantiene relaciones estrechas con varios intelectuales, artistas y hombres de negocio de nuestro país. Los cuales por su lado se esfuerzan a cuidar las sensibilidades dominicanas. Pero, estas buenas relaciones personales, si bien son extremadamente útiles, no pueden a solas jugar el papel de política sobre todo cuando se tiene presente la amplitud de los problemas que hay que resolver
Hay que esperar que las reflexiones sobre la matanza de 1937, los recuerdos del deber de memoria contribuyesen a sensibilizar un poco más la sociedad civil, el sector privado, el gobierno y el pueblo haitiano en general sobre la necesidad de aparentar más preocupado por la cuestión haitiana del otro lado de la frontera e implementar medidas concretas para una solución durable e digna. Es más que tiempo.
Rochasse091@yahoo.com 14 de octubre de 2007