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Haití-República Dominicana : La cara servil de los gobiernos haitianos

con respecto al racismo antihaitiano en la República Dominicana

Sometido a AlterPresse el 25 de mayo de 2007

Por Gerald Etienne

Estimados compatriotas,

Acabo de leer el artículo de Wooldy Edson Louidor fechado el 22 de Mayo 2007 bajo el título « Haití-República Dominicana : Las dos caras del gobierno dominicano con respecto a Haití ».

Yo me acuerdo, cuando adolescente estudiante en el Institut St-Louis de Gonzague en Puerto Príncipe, al discutir en nuestro curso de Historia Haitiana el asunto de la masacre de los haitianos en República Dominicana, hecho ocurrido en el año 1937 por los esbirros del sátrapa Rafael L. Trujillo, yo sentí tanta emoción e indignación que corrieron lágrimas por toda mi cara.

Narra Wanda Andujar, intelectual dominicana, en un artículo publicado en Internet titulado Matanza de Haitianos de 1937 :

"El 28 de septiembre de 1937 en la mañana se inició al sur de Dajabon el exterminio de los residentes haitianos, los mataban con cuchillos, palos y machetes con la intención de que pareciese un motín llevado a cabo por campesinos dominicanos ; intensificándose y expandiéndose a partir del 2 de octubre. Entre 12,000 y 25,000 nacionales haitianos fueron asesinados en esta matanza..."

"La matanza de haitianos continuó hasta el 15 de noviembre de forma disminuida y esporádica. Desde el sur de Dajabón se extendió por toda la zona norte, hasta llegar al este. La Vega, Bonao, Puerto Plata y Samaná fueron los más afectados, pero las provincias donde más haitianos residían, eran Barahona y Azua, donde no hubo asesinatos en octubre, sino en febrero de 1938 aunque en menor escala. Los protagonistas de esta masacre fueron militares y algunos presos de confianza. La población civil en ningún momento se unió, como se pretendió alegar después, inclusive, muchos civiles trataron de ocultar nacionales haitianos en sus hogares."

"Todas sus propiedades fueron apropiadas por los militares. La prensa dominicana, por su parte, no dió ninguna noticia al respecto en los primeros días al igual que la prensa haitiana."

Un silencio cómplice guardó "nuestro" mandatario de turno, el presidente Sténio Vincent, quien era buen amigo de Trujillo con quien mantenía cordiales relaciones. Recuerdo cuán grande fue mi indignación al escuchar que luego Trujillo le ofreciera a su "compay", y éste aceptara, como indemnización la humillante e insignificante suma de 750,000 dólares, o sea, unos 30 dólares por cada “negrito” asesinado, una verdadera bofetada al país y a nuestra dignidad nacional.

De esa fecha, casi nadie se acuerda o quiere acordarse, ni pone una rosa en memoria de los muertos, probablemente porque eran negros, y un negro tiene menos valor que un blanco para llamar la atención pública. Hoy en día, a siete décadas de aquella fechoría, pareciera que la historia estaría por repetirse.

Por primera vez en la historia dominicana contemporánea, el racismo antihaitiano, que siempre ha sido el caballo de batalla de los sectores más reaccionarios de la burguesía dominicana, especialmente en períodos de crisis económica como el actual, está teniendo cabida en ciertas capas de la población, particularmente la pequeña burguesía desfavorecida tanto urbana como rural.

Apelando al nacionalismo dominicano y en base a una sistemática tergiversación de la historia de las relaciones entre los dos pueblos, los medios de comunicación, así como también políticos oportunistas en busca de votos, tratan de desviar la atención del pueblo trabajador de los verdaderos problemas que agobian la sociedad dominicana : crisis de desarrollo agrícola e industrial, creciente desempleo, inflación, falta de servicios sociales adecuados, derrumbamiento del sistema de salud pública, apagones, agravamiento de la desigualdad social y económica, y demás lacras del sistema capitalista dependiente imperante en el país.

En vez de ofrecer una solución concreta adecuada a esos problemas que han venido causando una pauperización generalizada y una proletarización de esas capas sociales medias, se convierte a la comunidad haitiana, inclusive a los dominicanos de ascendencia haitiana, en el chivo expiatorio, la causa de todos los males de la sociedad dominicana.

Se denuncia a los haitianos como los que toman los empleos de los dominicanos, dejándose de mencionar que los renglones de la economía, en donde más se emplea la mano de obra haitiana, son los de "más sudor y menos pago", tales como la construcción, el trabajo doméstico, el trabajo de finca, etc.

Los trabajadores haitianos constituyen el sector menos pagado, menos organizado de la clase obrera en RD. Hacen el trabajo que en muchas instancias no quiere hacer el dominicano, precisamente por ser un trabajo pesado y poco renumerado.

La burguesía dominicana los usa como mano de obra barata y sobrexplotada, no sólo para mantener su tasa de ganancia, sino también para detener y hasta rebajar el nivel salarial y de organización de la clase obrera entera. El antihaitianismo viene siendo un arma política que se usa para manipular a la opinión pública.

Se usa a los haitianos pero manteniéndolos en un estado de semiesclavitud en los bateyes, a sus descendientes nacidos en la RD sin derechos civiles, sin derecho a la nacionalidad dominicana en contravención al principio de jus soli plasmado en la constitución misma del país, sin recursos, sin defensa, en fin, como verdaderos parias.

Hoy en día, los medios de comunicación, tanto escritos como radiales, dominados por los grupos de poder, se dedican a transmitir mensajes antihaitianos promoviendo la idea de que éstos son seres inferiores semi salvajes que dañan la "raza dominicana", traen enfermedades al país, viven de los servicios públicos que pagan los dominicanos, en fin, que son una plaga en crecimiento que amenaza con acabar con la dominicanidad y la existencia misma del pueblo y estado dominicanos.

¿Y cuál ha sido la actitud del gobierno haitiano frente a tal maltrato a nuestros compatriotas en la República Dominicana ?

Igual como en 1937, el gobierno haitiano prefiere hacer la vista gorda para no enturbiar la amistad o enfriar la relación entre ambos países.

Pese a las múltiples vejaciones que se le hacen a nuestros compatriotas en la RD, los atropellos y actos de violencia a su persona, las deportaciones incluso de dominicanos de ascendencia haitiana, el asunto de la política migratoria del gobierno dominicano con los haitianos se mantiene bajo la mesa, como si fuera tabú.

El presidente Préval ha tenido la oportunidad de conversar con su homólogo dominicano en más de una ocasión, inclusive cuando su visita a Santo Domingo a principios de este año. Se trató de la lucha contra el narcotráfico, pero nada de los derechos de nuestros compatriotas y la denigratoria campaña a la que se ha venido sometiéndolos desde un tiempo para acá.

Pese a que el gobierno dominicano no ha acatado las demandas y resoluciones de la comunidad internacional, varios organismos de defensa de los derechos humanos, incluso organismos gubernamentales de los Estados Unidos, para que respetase los derechos de los trabajadores migrantes haitianos y sus descendientes, derechos consagrados por convenios internacionales a los que el mismo gobierno dominicano ha suscrito ; pese a que el gobierno dominicano se ha hecho del oído sordo ante las protestas de las comunidades dominicana y haitiana tanto en el exterior, por ejemplo aquí en Nueva York, como en el interior del país, las cuales han levantado la voz pidiendo que se respeten los derechos humanos y civiles de los trabajadores haitianos y domínico-haitianos y que no se vuelva a repetir la tragedia del 1937 ; pese a todo eso, el gobierno haitiano no ha tomado cartas en el asunto ni ha levantado un dedito para exigir, cuando menos, que los dos gobiernos de la isla planteen y discutan en aras a encontrar una solución humanitaria a ese asunto que tanta importancia reviste, no sólo para nuestros compatriotas, sino para el futuro mismo de las relaciones entre los dos países que conforman la isla.

Mientras tanto, sigue atizándose el odio y vigente la campaña antihaitiana. Hago un llamado urgente a los progresistas de ambas partes de nuestra isla a que aunan sus esfuerzos para educar y organizar a los trabajadores tanto haitianos como dominicanos.

Son parte de una sola clase obrera sujeta a explotación de la misma burguesía. La campaña política antihaitiana tiene un carácter de clase, no es un asunto de “raza” o de nacionalidad. Sólo la unidad y la lucha mancomunada de los trabajadores de los dos países podrá abrir el paso hacia la verdadera solución : LA LIBERACION SOCIAL A TRAVÉS DE UNA VERDADERA REVOLUCION DEMOCRATICA NACIONAL POPULAR.

El imperialismo balkanizó a América Latina, empezando con nuestra isla (comenzando por el tratado de Ryswick en 1697 durante la época colonial).

Luchemos, pues, por la unidad y la hermandad quisqueyana y latina.

Gerald Etienne

geraldet@optonline.net

Nueva York, 24 de Mayo 2007