Por Gotson Pierre, AlterPresse
Traduccion ALAI
ALAI AMLATINA, 24/02/2006, Puerto Príncipe.- Una semana
después de la proclamación de su victoria en las elecciones del 7
de febrero pasado, René Préval pondera las expectativas que se
manifiestan en la coyuntura actual, caracterizada por una
transición política problemática y problemas económicos y
sociales crónicos.
En su primer encuentro con la prensa, el 22 de febrero, el nuevo
jefe de Estado confesó que se encuentra asustado de “ver la
pasión levantada por la campaña presidencial, la elección de un
presidente y las esperanzas que la población ha puesto en este
Presidente".
Préval intenta producir una ruptura con la tradición de las
promesas deslumbrantes del ejecutivo, sabiendo, seguramente,
que será juzgado por sus resultados, en un contexto que no tiene
nada que ver con el de su primer mandato de 1996 a 2001.
"La única promesa que hice al pueblo, es trabajar con todas mis
fuerzas para el bienestar del país, y velar que no haya corrupción
en la administración pública y fuera del Estado", precisa.
El Presidente haitiano elegido destaca las dos misiones
esenciales que se asigna: el apuntalamiento de las instituciones
previstas por la constitución para crear las condiciones de
estabilización del país y la creación de condiciones propicias a la
inversión privada para generar empleos. "Creo que hay un
consenso general" en torno a estos objetivos, sostiene Préval.
Sin embargo, es cierto que las expectativas populares van mucho
más allá que los objetivos enunciados por Préval. Varias
organizaciones de los sectores populares ya afirman que quieren ir
más allá del simple respeto de la voluntad popular en las últimas
elecciones.
Apoyándose en la movilización que se produjo por las disputas del
7 de febrero, el Movimiento Democrático Popular (MODEP), la
organización campesina Tèt Kole y la asociación de jóvenes
Solidarite Ant Jèn (SAJ) consideran que "las masas populares
están en búsqueda de una verdadera alternativa".
"No olvidamos nuestras reivindicaciones", preconizan estas
organizaciones, considerando que "no podemos cometer los
mismos errores de 1990 (cuando el antiguo presidente Jean
Bertrand Aristide recibió el mandato popular)".
Las reivindicaciones señaladas por MODEP, Tèt Kole y SAJ se
oponen a "la ocupación extranjera, que apunta a mantener el país
bajo el yugo de las grandes potencias".
Por "ocupación extranjera", las organizaciones designan a la
presencia en suelo nacional de la Misión de las Naciones Unidas
para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), integrada por más de
8000 cascos azules procedentes de 40 países.
Los sectores populares se proponen también presionar para obligar
a la nueva administración a desligarse del Marco de Cooperación
Provisional (CCI, por sus siglas en francés), sobre el cual el
gobierno de transición se puso de acuerdo con los proveedores de
fondos en 2004.
Las organizaciones de estos sectores siempre han criticado el
hecho que las aspiraciones populares no fueron tomadas en
cuenta por este acuerdo que compromete al país hasta diciembre
de 2007, y que más bien se orienta hacia objetivos neoliberales.
Por ejemplo, estos sectores quieren que el gobierno actúe
directamente sobre los precios de los productos de primera
necesidad con el fin de mantenerlos a la baja. Quieren también
"una verdadera reforma agraria" y que la tierra esté bajo el control
"de quienes la trabajan".
La "reforma agraria emprendida por Préval durante su primer
mandato a menudo fue calificada por ciertos sectores como
"parodia de reforma agraria". Algunas tierras del Estado fueron
asignadas a campesinos de l’Artibonite (Norte), que vanamente
reclamaron un marco apropiado.
Se esperan algunas reformas profundas a nivel del sistema
sanitario, la justicia y la policía. "Todas estas cuestiones deben
ser resueltas por el gobierno de manera autónoma", sugieren
MODEP, Tèt Kole y SAJ.
Ahora bien, teniendo en mente su primera experiencia
presidencial, Préval quiere pasar el mensaje que ser Presidente de
la República no permite abrir todas las puertas y que las acciones
a emprender serán de todas maneras condicionadas.
El Presidente "tiene poderes limitados" y su margen de maniobra
es "reducido" sin la colaboración de un Parlamento sólido, destaca
Préval.
"Si no hay una cámara fuerte, donde reine la cohesión, el
Presidente no podrá responder al entusiasmo y esperanzas que el
pueblo puso en él", anticipa Préval.
¿El nuevo jefe de Estado, sabrá establecer objetivos mínimos de
acuerdo con diversos sectores de la nación haitiana, incluidos los
movimientos sociales, y teniendo en cuenta los deseos de la
mayoría de la población? (Traducción ALAI)