Gary Olius [1]
Texto original publicado en Francés por AlterPresse [2]
Traducido por ALAI [3]
ALAI-AMLATINA 12/01/2006, Puerto Príncipe.- Desde la salida de
Duvalier, Haití se convirtió en un verdadero laboratorio diplomático
para la comunidad internacional. No es un homenaje al
duvalierismo, sino el honesto reconocimiento de un hecho. Desde
1986 hasta la realización efectiva de las elecciones del 2006, se
ha experimentado casi todo. Aparte de lo que se diga y piense,
los resultados están allí para testimoniar la eficacia o no de las
fórmulas aplicadas: la inseguridad y la violencia política se
decuplicaron, la economía se volvió moribunda, la sociedad
fragmentada, la clase política se sumerge en la indignidad más
sórdida y la diplomacia del “caso azul†sustituye al proyecto de
construir una diplomacia autónoma y que responda a las nobles
propósitos del país. Resumidamente, todos estos datos son la
prueba de la nulidad de las clases dirigentes nacionales y ponen
en evidencia también la singular mala intención de la comunidad
internacional que ha manipulado a todos los protagonistas que se
sucedieron al poder durante los 20 últimos años.
Haití no es ya lo que era a principios de los años 80, el país
poseedor de la economía más dinámica del Caribe, sino un país
deshonrado, degradado y expuesto a la burla del resto del mundo.
Demasiado ocupadas en recuperar la francachela financiera y
económica que se derivaba del fastuoso tren de vida que llevan los
ocupantes, las élites haitianas han abdicado de su derecho a la
protesta y se abstienen de ofrecer resistencia alguna a la
diplomacia rascistoide practicada por la comunidad internacional
en Haití. En este tiempo de "time is money", lo esencial parece
reducirse a nada más que salir del apuro. ¿Y, qué apuro?
Maniobras para poner el país bajo tutela durante veinte años. ¿Y
qué tutela? Una parodia de cooperación Sur-Sur bajo el "control
remoto" de Francia y los EE.UU donde las torpezas de los
aprendices- diplomáticos delegados in situ se presentan como
proezas.
No está en contra de toda esperanza el hecho de que las
Naciones Unidas y la OEA acaban de conceder un acuerdo de
reconocimiento a Juan Gabriel Valdés y a Louise Brunet por el
"buen trabajo" efectuado en Haití en materia electoral. Como quien
no quiere la cosa, es como si la ignorancia fuera ciencia.
Nuestros especialistas en relaciones internacionales no ha dicho
nada sobre el ultimátum lanzado al Consejo Electoral Provisional
(CEP) y al Gobierno por las organizaciones internacionales antes
mencionadas. Su función crítica intelectual como que se vuelve
esclerótica. Y no es exagerado decir que, en adelante, la
inteligensia haitiana está en estado de coma. Porque es en estas
coyunturas difíciles que debería asumir sus responsabilidades
frente a la nación, desempeñando plenamente su rol esclarecedor.
Era también su deber prever que las cosas podían deteriorarse
hasta este punto y promover la concepción de una estrategia
adecuada para contradecir las insolentes intromisiones de la
comunidad internacional en los asuntos internos del país.
Es necesario recordarlo por enésima vez, las elecciones
constituyen un acto de soberanía nacional y debería procurarse
que estén financiadas en gran parte por el Estado haitiano.
Aceptar que estén planificadas, financiadas y ejecutadas por
extranjeros es una vergí¼enza y un menosprecio a los sacrificios
que nuestros antepasados hicieron. Es por eso qué, denunciando
al mismo tiempo la mala intención de la comunidad internacional,
expresamos nuestra indignación por la irresponsabilidad de los
hombres que nos dirigen. Desde el fondo de su ridícula política,
inventaron, sin pudor, el concepto de "soberanía supervisada" para
entregar el país atado de pies y manos a las fuerzas tenebrosas
como son las potencias imperialistas y de los países emergentes
en búsqueda de supremacía y lugares apropiados como Haití para
saciar sus aspiraciones de potencias.
La ONU y la OEA se unen ahora para hacer comprender a los
hombres que están actualmente en el poder en Haití, que la
etiqueta de tecnócratas que la comunidad internacional les había
concedido no era más que un traje circunstancial para reducir al
silencio a los GNBistes [4] demasiado apresurados por ocupar las
avenidas del poder político después de la salida de Jean Bertrand
Aristide. Como siervos cretinos, están allí para recibir órdenes,
mediante los enviados, y ejecutarlas como a ellos les son
dictadas.
En su mimetismo diplomático, los países de América Latina, como
Brasil y Chile, que viven también de las migajas que caen de la
boca de los países del Norte, rápidamente aportaron su cuota para
ejercer máxima presión sobre el régimen actual para que entregue
la mercancía electoral. Ocurra lo que ocurra... el vino ya está
sacado y es necesario beberlo. Latortue tiene la delicadeza de
intentar pedir una oportunidad para expresarse con el fin de poder
beneficiarse de una prórroga, se hizo poco caso de su petición y
se le comunicó sin rodeos que... wè pa wè antèman pour catre.
Sí, estas elecciones son la sentencia de muerte que Haití firmará.
Estas especies de Iscariotes que colaboraron en este proyecto
saldrán con la cabeza baja ya que se habrán dado cuenta de que
jugaron más a aprendices de brujo haciendo mucho más que lo
que sus patrones les pidieron y que también han trabajado en su
propio detrimento. Impotentes, constatarán cómo la comunidad
internacional, les ha embaucado y les ha asignado la totalidad de
las responsabilidades de este derrumbe electoral planificado, el
cual servirá para consagrar "la incapacidad de los haitianos" de
gobernarse por si mismos.
La ONU como la OEA saben pertinentemente que es imposible
que la CEP realice en un mes lo que no pudo realizar en un año;
pero la verdad es que estos organismos internacionales quieren
imponer una lógica de extrema urgencia a esta etapa del desarrollo
del proceso electoral, la cual abrirá la vía a dos posibilidades: o las
cosas se hacen a una gran velocidad, lo que facilitará todas las
formas de manipulación (fuera de toda posibilidad de protesta por
parte de los perdedores), o las elecciones se realizarán en la
confusión total con todas las irregularidades imaginables, en cuyo
caso la prensa internacional difundirá la información hasta los
confines del planeta. En este caso hipotético, la ONU, la OEA,
Francia, los EE.UU, Canadá, etc... tomarán nota y tendrán
material para montar todo un justificativo político-diplomático con el
fin de aplicar su verdadero proyecto. Entonces allí, nuestra
fealdad, otra vez habrá dado la vuelta al mundo. Pero del resto,
¿durante cuánto tiempo esta comunidad internacional estará en
condiciones de disimular su diplomacia rascistoide y su inefable
mala intención en su informe sobre la primera República negra del
mundo...?
[1] Gary Olius, ex miembro del Consejo Electoral Provisional
[2] - Haiti - Elections : « méchanceté de la communauté internationale (...), irresponsabilité des hommes qui nous dirigent ».
[4] NDLR: GNBistes: ex opositores al régimen de Jean
Bertrand Aristide.